Parque Central

- Si, eso parece - Suspiré - Tengo que ir al casino... - Sonreí falsamente - ¿Quieres venir a tomar algo? - ¿Por qué no estrechar lazos con el... aliado? Miré a los que me esperaban e hice un gesto con la cabeza para que se marcharan.

- Solo con mi hermano, y personas mayores… -Tampoco era tan extraño, ¿no? Sonreí al verlo sonreír.- No se me da bien la comunicación… Suelo ser bastante más cortante y fría… -Me eché el pelo hacia atrás. Creo que estaba empezando a hacer calor.

- ¿Lo dices en serio? - Me sorprendí - Pues no lo parece - Vi un banco por nuestro camino - ¿Te apetece que nos sentemos? - Le pregunté - A mi me pareces una chica de lo más normal - E interesante, no lo olvidemos. Sonreí.

Caminé detrás de ellos sin ninguna gana. A lo mejor podía escapar sin que se dieran cuenta. Pajarillo... Tsk. Ese rubiales realmente colmaba mi paciencia.

Así que al casino... ¿por qué no? No tenía nada que perder, y tal vez mucho que ganar....
Abrí las puertas del coche con la llave y le miré a él;

- Vamos... tal vez acepte el tomar algo... -dije montandome en el coche y arrancando haciendo sonar el motor, esperando que entrase.

Me monté en su coche con la expresión fría y distante. No hacía falta indicarle el camino... ¿quién no conocía el casino? La miré de reojo mientras conducía. Esperaba que no tomara una idea equivocada de lo que estaba haciendo, pero dejé que la cosa fluyera, para saber más a cerca de ella.
Llegamos al casino y entramos, nos acercamos a la barra del bar y la invité a lo que ella quisiera.
- ¿Y por qué vas a ir a Tri-Angle? - Tenía curiosidad de saber por qué iba a ir. Según había oído de ella, era una chica ejemplar referente a los negocios de su abuelo.

Normal… Lo que se dice normal no era… pero si a sus ojos daba esa impresión, bienvenida era.
- Claro, sentémonos. –Me senté y volví a sonreírle con gracia.- ¿Vives muy lejos de aquí? –Desvié la mirada. Su pecho otra vez me desconcertó… de verdad que era fuerte. KwangYong tenía una figura más débil y fina.

- ... - La miré. Podría llamarla acosadora, no dejaba de mirarme el pecho. Me eché a reír yo solo de mi broma y carraspeé varias veces - No, a quince minutos en coche... - Suspiré - ¿Y tú? - Tal vez podía conseguir partido esa mañana... por el momento todo estaba saliendo genial. Sonreí sin enseñar los dientes y guiñé los ojos... aunque no era difícil, los tenía muy pequeños. Ventaja para JunKi, asi nadie se daba cuenta de que tenía los ojos azules.

- O sea, qué tienes coche… -Suspiré.- Yo también vivo cerca… media hora andando… Coger, montar o utilizar algún trasporte que pueda resultar peligroso sin presencia de mi hermano me es prohibido… -Miré la punta de los árboles. Parecía que se estaba moviendo algo de viento.- Creo que pronto tendremos que resguardarnos… ¿Te apetece ir a algún sitio?
Lo único que no quería era volver a casa… escuchar los gritos de KwangYong me daría dolor de cabeza.

La miré con una sonrisa. Me estaba pintando a su hermano como un ogro, y me estaba planteando el ir a más con ella. Pero lancé una carcajada interiormente y me relajé. Los retos eran lo mejor que tenía la vida... De nuevo corrió algo de viendo y su perfume me llenó el pecho, respiré profundamente y me acordé de...
- No sé si querrás montar en mi coche... - La miré con una sonrisa - No está tu hermano presente... - Le guiñé un ojo - Pero por si quieres venir, conozco un buen sitio... ¿qué te parece?

Lo que quería era precisamente eso… Montar en su coche y por una vez, ser yo sin necesidad de escuchar ni una palabra sobre lo que tengo que hacer.
- Me encantaría montar en tu coche… y tengo curiosidad por saber que sitio es ese… -Le sonreí y me incorporé del banco dispuesta a seguirle.
¿Había otras intenciones tras su amabilidad? No importaba… si no me gustaba el rumbo que tomábamos, siempre podía pararle los pies… Decidí jugármela con ese chico. Aprendería de esta experiencia…

El Señor Green iba realmente rápido… Casi me costaba seguirle.
Llegamos hasta un gran parque… oh, sí, lo conocía…
- ¡Espera, Señor Green! Vas muy rápido… -Hice un puchero y sonreí después.- Señor Green, el otro día por correr tanto me tropecé y caí al suelo… Me hice sangre en la rodilla. ¿Qué hacemos aquí? Este sitio es raro… Hay mucha gente rara… … -Me sonrió.- ¿Ves? Mira ese chico que está con esa rama en la boca… No soy la única loca… Yo al menos no como plantas… -Di un salto grande y me posicioné a su lado, ya que el Señor Green parecía hablarle.
Estaba en silencio y ni nos miraba…
- Oye tú… -Le di con el dedo en el hombro.- El Señor Green te está hablando…

Me incorporé y me coloqué a su lado. Sonreí ante la espectativa de que no se asustaba ante nada, así que comencé a caminar hacia mi coche. Por suerte no me crucé con SeungRi, y el parque parecía tranquilo, pero ya no me importaba. Abrí la puerta del coche para que ella montara y luego me monté yo. Arranqué y aceleré y vi su cara de fascinación ante lo que se le venía encima.
Conduje durante bastante hasta salir de la ciudad, luego me arrepentí de llevarla allí, no había tenido en cuenta lo delicado que era mi coche para ir a ese sitio, así que aparqué a un lado.
- A partir de aquí iremos andando - Le sonreí - Así podrás apreciar las vistas tan bonitas de este lugar...

Abrí lentamente un ojo y miré a aquella chica de grandes ojos que me estaba mirando. Me saqué la rama lentamente de la boca y me incorporé un poco mientras la miraba serio. ¿Por qué se me acercaba? Sonreí.
- ¿Qué has dicho? - La miré - Estaba profundamente dormido... - Puse gesto de aburrido y miré al frente. Solo era una niña en busca de diversión. Y yo, era un tío aburrido.

Hice un puchero y lo miré… Después miré al Señor Green, que parecía triste y lloraba.
- Le has hecho llorar… -Me enfurruñé y le golpeé suavemente en el brazo.- El Señor Green te estaba hablando… -Lo señalé.- Te preguntaba si eres vegetariano… y si te gustan los perros… -Me senté a su lado y dejé un hueco para que el Señor Green estuviera entre nosotros.- Mi amigo es agradable… ¿Cómo te llamas?

- ... - Miré el espacio que había dejado entre nosotros y volví la vista al frente - Llorar es de cobardes - Sonreí y la miré - No, no lo soy... me gusta mucho la carne... y si es fresca mejor - Suspiré y me encogí de hombros - ¿A caso crees que el nombre es algo importante? Seguro que pronto te olvidas de mi... o ninguno de los dos vivirá lo suficiente para que nos volvamos a encontrar... - Medité un poco en silencio - ¿Qué opinas... Señor Green?

Me puse seria… ¿Me seguía el juego? ¿Veía al Señor Green? Me desconcertó totalmente, pero intenté pasar del tema, pensaría en eso después.
Sonreí alegre… y miré al Señor Green con los ojos emocionados.
- El Señor Green dice que le caes bien… quiere saber cómo llamarte… -Lo miré.- También afirma que volveremos a vernos… Y yo digo que no podría olvidarme de ti. Eres un carnívoro bastante raro… Yo me llamo Sacha. –Estreché mi mano y la puse del revés. Era mi saludo secreto.

Miré su manera de estrecharme la mano y la miré a la cara. No era la primera vez que me relacionaba con gente, pero si la primera vez que me encontraba con una chica tan extraña. Aquel pelirrojo alocado no contaba, estaba claro. Suspiré.
- Me llamo Keiken Señor Green - Miré el espacio entre nosotros y la miré a ella - No creo en el destino pero si en las casualidades - Sonreí lo mejor que pude. Siempre me han dicho que mis sonrisas son sádicas... aunque nunca me importó - ¿Qué te trae por aquí? No pareces muy... japonesa.

- No. –Resoplé.- No soy japonesa… Tailandesa. Masato Yubari cuida del Señor Green y de mí… Y sólo paseábamos un rato… El Señor Green y yo estábamos saltando sobre la cama, pero me cortaron el juego. Y le había prometido un helado… -Miré como el hombrecillo me tiraba de la camiseta.- Voy, voy… Keiken… ¿Vienes? El Señor Green quiere echar de comer a las palomas…

Y sonreí de verdad. Masato Yubari... que buena información me había dado esa niña. Me puse en pie.
- De acuerdo, os invito a un helado... a los dos - Comenzamos a caminar mientras mi mente pensaba en Masato Yubari. Ya tenía tantas cosas planeadas... - Por cierto - La miré - Por casualidad... ¿conoces algo de una escuela llamada Tri-Angle?

- ¡Oh! –Lo miré y lo sujeté de la camiseta.- ¡¿La conoces?! ¡¿Vas a ir tú también?! El Señor Green me acompañará. Vamos a estudiar allí… -Miré al hombrecillo, que de nuevo me tiraba de la camiseta, y solté una carcajada.- Dice que nos demos prisa… el helado de pistacho le espera.

Bingo... no daba saltos de alegría porque no era mi ética... pero si que estaba contento. Masato Yubari... Masato Yubari... Caminé y me puse a su lado.
- Si, la conozco... iré también a esa escuela - Alcé las cejas - Os puedo hacer compañía al Señor Green y a ti... - Paramos en un puesto de helados - ¿Qué te parece? - Miré al dependiente - Tres helados... uno de pistacho, otro de canela y... ¿de que lo quieres, Sacha? - La miré con media sonrisa.

- De fresa… -Lo miré mientras pedía y le pinché con el dedo en el costado.- Sí, podrías hacernos compañía… Dice el Señor Green que serás un gran aliado ahí dentro. Keiken… -Me puse seria.- Si nos sabemos respetar… podremos confiar ahí dentro. –Sonreí de pronto.- Bling Bling… El Señor Green quiere su helado.

La miré serio mientras cogía los dos helados y yo cogía el mío. Así que no era tan tonta como parecía... Bueno, tampoco era la primera vez que trabajaba con una chica... Suspiré mientras miraba el helado de mi mano. Odiaba los helados. ¿Y de qué podía hablar con ella? Con su gran imaginación, seguro que saltaba diciendome algo referente al... Señor Green. Bueno, si me hacía amigo de esa chica, podía conseguir información de Masato Yubari... y tal vez de algunos más... como la familia Kim, Jung o Hwang... me interesaban los coreanos...
- Hablame de ti... Sacha - La miré mientras sentía derretirse el helado sobre mi mano.

¿De mí? Era la primera vez que alguien me preguntaba sobre mí… No solían hacerlo. Siempre me señalaban como una loca… Le sonreí alegre.
- Vine de Tailandia hace 2 meses… El Señor Green y yo perdimos a papá y mamá en un accidente de coche… Y nos quedamos más solos de lo que ya estábamos. –Solté una risa maquiavélica.- Masato fue a buscarnos y nos trajo hasta aquí… Dice que debo cumplir mi obligación. –Lo miré a los ojos y enseguida desvié mi atención.- Mi obligación la determinaré yo… ¿no crees que cada uno debe hacer lo que quiera? … Yo quiero vender palomitas de maíz con el Señor Green… -Miré al hombrecillo.- ¿A qué es nuestro sueño?