Parque Central

-Hablas demasiado. No serías ningún rival para mí. Pero bueno, como no estoy de humor... lo dejaré pasar, no quiero desahogarme con una presa fácil.
¿El pringao del lamborghini? Entonces hay mas idiotas por aquí...
-Hmm... oye, ¿ese pringao sigue por aquí?
No me hacía gracia seguir hablando con él pero bueno, algo tenía que hacer para pasar el tiempo.

- ¿Me ves con cara de saber dónde narices se mete la gente? –Ese chico encendía mi mala ostia.- Supongo que debe estar por aquí cerca… Su coche aún está aquí… -Y señalé el lamborghini amarillo.- Por cierto, dime de una maldita vez cómo te llamas… Me gusta conocer el nombre de los que pululan por aquí…

-¿Por qué te pones así si luego me explicas dónde crees que está? -Le miré serio y luego miré hacia el coche. Hmm.. un tío con pasta, seguro que es un chulo. -Qué pesadito con el nombre, si tanto quieres saberlo, deberás hacerme ver que eres digno de ello.
No le soltaba mi nombre así a cualquiera.

- Eres odioso, ¿te lo han dicho alguna vez? Intentaba ser amable… –Ese niñato me estaba sacando de quicio. Tanta palabra culta y ese aire de superioridad.- ¿Sabes qué? No hace falta que me digas tu nombre. Te llamaré “el tío borde”… ¬¬ Así no debes conquistar a muchas chicas… ¿qué haces en tus ratos libres? ¿Sólo te dedicas a tirar piedras a árboles? Y además sin mucha puntería… -Me toqué la cabeza, donde me había dado su piedra.

Notaba mi vena a punto de estallar.
-¿Por qué coño hablas tanto? Llegas a ser un incordio... Pues bien - Puse los ojos en blanco- Lo sé, soy odioso, borde y lo que te de la gana, y me lo han dicho varias veces. Y extrañamente las chicas no me dejan en paz, y eso que yo no hago nada, tampoco me interesan. Y lo que haga en mi tiempo libre no te importa.
Tenía que calmarme, tenía que calmarme ahora mismo o haría algo espantoso. Respiré hondo.
-De momento, solo te digo que me llaman Bloody Bird, si llego a conocerte mas... que realmente no me importa, puede que te lo diga.

- ¿Bloody Bird? ¿Qué mierda es esa? –Solté una carcajada por no ponerme a llorar, pero de la risa.- ¿Dices que las tías no te dejan en paz? Sí, ya veo cuantas te rodean ahora mismo…-Me senté en el banco, ya estaba harto de estar de pié.- No sé por qué narices eres tan misterioso… ¿No serás de alguna panda callejera, verdad? De esas idiotas que van con los bates de beisbol creyéndose los amos y señores…

La verdad es que ya sentía cierta curiosidad por saber de él… Y por si podría fiarme o no… Lo mejor era hacerse el loco y ver qué pasaba… Pero mi atención se desvió cuando mis ojos vieron por primera vez en lo que llevaba de día a una chica guapa que paseaba por allí.

No pude aguantarlo más y me le tiré al cuello, quedando encima de él. Le miré con ojos llenos de furia.
-Ya me estas cansando, ¿sabes? Y tengo MUY poca paciencia. Si quieres te enseño por qué me llaman así. -Me gustó la idea de apuñalarle hasta la muerte -Y a lo mejor no te ríes tanto. Lo de las tías... me la suda, como si no te lo crees, no me resulta importante. -Tragué saliva- Me tienes arto -Dije casi en un susurro.

- ¿Qué coño haces? –Lo miré directamente a los ojos. Metí mis manos entre mi pecho y el suyo y lo empujé con fuerza para quitarlo de encima.- ¡Me has manchado la ropa, idiota!
Y encima la chica lo había visto… Ese imbécil odioso…
- Menos lobos, caperucita… -Le sonreí.- Te alteras enseguida… Y no estaría mal que me dijeras por qué te llaman así… -Lo viré con seriedad.- Eres demasiado agresivo… ¬¬...

-¿Mancharte? ¿Con el aire? -Era un pijo. -Está bien, me llaman así porque mato rápidamente a mi víctima a cuchillazos. Pero también se me da bien la lucha cuerpo a cuerpo. Y ahora disculpa, pero me voy, no me interesas en absoluto.
Me dí la vuelta y empecé a caminar. Vaya idiota mas iluso e insoportable. No sabía con quien se metía.

Lo miré caminar… ¿A cuchillazos? ¿Quién cojones era ese chico?
Se creía superior… Era irritable, odioso e insoportable… además de borde… Esperaba no tener que encontrármelo de nuevo… Tal vez podría ponerle las cosas claras…
Limpié con mis manos mi camiseta y sonreí. Bloody Bird... vaya estupidez...

Después de haber liquidado la botella, volví caminando hacia mi querido coche, cuando de repente vi a SeungRi apoyado en el capó. Mil cosas se me pasaron por la cabeza. Sacar la pistola y hacer de su cuerpo un coladero. Matarlo a puñetazos, hacer que sufra una dolorosa y lenta muerte... Apreté los puños con fuerza y quise comenzar a andar, pero unos gritos captaron mi atención. El tal Ricky lo que sea se estaba peleando con otro tipo... vaya, en el parque solo había imbéciles. Suspiré y miré a todos lados cuando vi a un bombón caminar por la calle. La miré detenidamente hasta que unos pasos captaron mi atención.
- SeungRi... - Lo miré.

Cansado de esperar a que ese idiota llegara, alcé la vista y me lo vi, embobado como siempre mirando a una chica. Me acerqué a él capté su atención y nos miramos fijamente.
- Te daba por muerto, JunKi... - Dije con los dientes apretados.
- Mala hierva nunca muere - Sonrió y quise matarlo con mis manos - ¿No lo sabías?
- ¿Qué coño haces aquí? ¿Por qué has vuelto? - Quería saberlo... si, para volver a intentar matarte y hacer que todo el mundo se olvidara de él.
- En realidad no te importa - Suspiró - He venido a ver a mi padre - Me miró a los ojos - Y a mi madre.
- ¡¡No es tu madre!! - Lo señalé mientras gritaba - Ella no es tu madre.
- Me ha criado como su hijo - Apretó los puños y luego miré su cara.
- Estás muerto...
- Tú estás muerto... capullo.
Y de pronto, lo tenía enganchado a mi con una bayoneta ancha, grande y afilada. Sonreí. No tenía lo que había que tener para rajarme el cuello en el parque... delante de tantos curiosos... y además, salir vivo. Yo nunca iba solo.

Lo tenía listo... apretaba un poco más y lo aniquilaba. Un poco más y su cuerpo caía vacío a mis pies. Pero habían muchos mirones en ese momento, así que guardé la bayoneta y lo solté.
- Ya nos veremos las caras de otra manera.
- Eres un blandengue - Dijo con una carcajada - Siempre has sido la vergüenza de la familia.
- Si, pero al menos he vivido mi vida - Miré a la chica que paseaba por el parque. Su pelo se movía al compás del vieno - Y la he disfrutado a tope... - Di media vuelta, pero lo miré - Ya hablaremos de negocios más adelante...
- Debí de haberte matado personalmente - Susurró.
- Pues si, deberías de haberl echo - Y me dirigí hacia la chica tan mona que caminaba por allí.

Sonreí levemente al verme al mando del último regalo de mi abuelo, era una preciosa fortuna de casi dos millones de dolares que parecía volar y no tocar el suelo con sus llantas. ¿Dónde estaría el maldito colegio ese? o instituto o lo que fuera... Lo único que quería era llegar allí y ver la debilidad de los demás... sobre todo la de chinos y japoneses.
Llegue a un parque y aparqué al lado de un lamborghini amarillo donde no muy lejos de allí, dos jóvenes estaban a punto de.... mmmm espera, esa cara la conocía yo. Claro, como no conocer al nieto del viejo dueño del Haengbok, Jung SeungRi. ¿Qué era lo mejor ahora? ¿Salir o no salir y ver el espectáculo desde aqui? Sin duda alguna, salir.... y justo el otro se marchaba. Miré a SeungRi y esbocé una leve sonrisa en mi interior...

Bufé con asco cuando JunKi se marchó como un perrito tras una chica y di media vuelta, encontrandome con la heredera de la familia Hwang. Me puse firme y la miré. Nunca sabía por donde iba a salir esta chica.
- Hola MiHee... ¿qué tal?

Me coloqué al lado de la chica que caminaba y la estuve mirando durante un buen rato, y hasta que ella no me miró, no la saludé.
- Hola, Me llamo JunKi, ¿y tú? - Dije esbozando una gran sonrisa.

Vaya, vaya, vaya... asi que se acordaba de mi... perfecto. Seguí con mi perfecta máscara de niña docil y obediente y sonreí.

- Bueno... buscando un lugar SeungRi... -dije colocando mi pose más linda y tierna, pero bien sabía que él no se tragaría eso, siempre había pensado que SeungRi era una de esas personas que podían ver tras tu alma... pero mi alma estaba tan negra que siquiera él podía ver todo lo que podía ocultar. - ¿Y tu que tal? ¿De pelea? -susurré mirando de reojo al otro tipo que se me hacía levemente conocido, y parecía mayor. Me apoyé en el coche y le miré directamente a los ojos, esperando su respuesta, seguramente retorcida y hasta algo cortante, como podía ser él a veces.

Los arboles estaban en todo su esplendor ese día… El viento en mi cara me relajaba y me sacaba cualquier pensamiento negativo… Algunos gritos extraños me sacaron de mi pensamiento, y observé a un chico rubio y otro moreno pelearse. Miré hacia delante y pasé del tema. Todos eran tan… ruidosos…
Seguí caminando hasta que noté a un chico bastante imponente a mi lado. Pasé de él durante un corto espacio de tiempo, hasta que lo miré con una expresión totalmente vacía.

JunKi… Era un nombre bonito…
- YoungMi… -Lo miré a los ojos.- ¿Paseando?
¿Por qué se había acercado a mí? Además, lo notaba bastante cerca de mi cuerpo… me retiré un poco y lo volví a mirar.

Se hacía la niña buena, pero sabía que nada bueno pasaba por su cabeza. Lo mejor era finjir, despacharla rápido y volver a los negocios. La miré serio.
- Detalles sin importancia - Dije colocándome bien la chaqueta. Miré su coche - Veo que os a dado a todos por llevar muy buenos coches - Y miré de reojo el coche de JunKi. Que ostentosidad - También se puede ir a lo discreto - Moví la mano y vi llegar mi coche. Un Jaguar negro. Sonreí y la miré - Ya nos veremos otro día... MiHee.

- ¿Tanto miedo te doy, Jung SeungRi? -sonreí mirándole fijamente a los ojos, sabía que con él no podía llevar ninguna máscara. No la que él igualmente llevaba. - Aún no como humanos... solo los... saboreo -reí por lo bajo aún mirándole hasta que recordé aquella cara. Jung JunKi, el mayor, el hermanastro.... Y mi sonrisa se amplió.

Me enderecé y jugué un poco con un mechón de mi pelo sin dejar de mirarle;

-¿O acaso tienes miedo de que se enteren que JunKi y tu... peleaban? -y sonreí de lado sentándome en el capó del coche

Vi como se alejó un poco de mi y sonreí, pero no quise forzarla a algo que la hiciera sentir incómoda. Me dispuse a seguir caminando a su lado, disfrutando de la brisa, y del perfume que su pelo me traía... perfume que me recordó a ella...
- Si, paseando y disfrutando de esto - La miré - Hacía mucho tiempo que no venía por aquí - Coloqué mis manos en los bolsillos y sonreí - ¿Y tú? ¿También de paseo?

- Tsk - Desvié la cabeza. De seguro que si que había alguien a parte de JunKi que me sacaba de quicio. La miré - Me trae sin cuidado lo que la gente piense de ese y de mi - Me coloqué bien.
Era una chica tan rara... pero no quería tener ningún problema con ella, me benefeciaría tenerla como aliada en un futuro... cuando la empresa Jung fuera absolutamente mía.
- Que pasa, MiHee, ¿a caso ahora te has enamorado de mi? - Esbocé una ridícula sonrisa. Yo precisamente no pensaba en las mujeres en ese momento. Tenía algo más importante que hacer.

Me reí luego de aquello, era absolutamente genial. No podía evitarlo, pero había algo en él que me caia demasiado bien y creo que es por que no era como la gran mayoria de hombres, estúpidos que se dejan guiar por unas faldas... tan fáciles.

- Aunque no te importe, deberías cuidar tus formas... no se vería bien que el, tal vez -hice las comillas con mis dedos- "futuro dueño" de todo lo que los Jung tienen, pelee en medio de un parque mugroso lleno de... gente -crucé mis piernas aún mirándole a los ojos - Y no, no estoy enamorada de ti... ¿crees que tengo algún interes, fuera del sexo, por algún hombre? Mmmm -puse un dedo en mi boca, y sonreí - Si, sexo y .... aliados, solo si son fuertes.... poco más.

Que chica más sádica. Me puse demasiado serio.
- Metete en tus asuntos, solo hay un heredero de la familia Jung... y ese no es JunKi precisamente - Pero de verdad sabía lo que estaba haciendo y diciendo... se le veía una chica que haría cualquier cosa por conseguir lo que fuera... bueno, no muy diferente a mi - ¿Cómo le va a tu abuelo? - Pregunté queriendo indagar un poco en su familia. Realmente me interesaban como aliados contra los estúpidos Japoneses.

Oh oh... el chico se puso serio... y encima quería saber del abuelo. Yo sabía que eran los mejores aliados para nosotros, ellos controlaban cosas que nosotros no y nosotros cosas que ellos no podían... Los Jung y los Hwang eramos como el ying y el yang en la mafia coreana, un todo junto.

- Entonces deberías mantener tus formas, SeungRi... -susurre acercándome a él, a su oido - ¿No crees que... es mejor así? -casi ronronee para luego mirarle a los ojos fijamente, echándome atrás, mirando el cielo - Mi abuelo bien, como siempre... me ha mandado a una escuela llamada TriAngle... seguramente tu sepas lo que es, ¿verdad?