Parque Central

Me desperecé al llegar allí... Sonreí y miré a mi alrededor.
Qué bonito era aquello por las mañanas. Sin hermanos imbéciles que dieran el coñazo... Me senté en el mismo banco de siempre, esperando ver a alguna chica guapa o algún idiota presumiendo de coche...

Llegué con mi nuevo y flamante Lamborgini amarillo a un parque. Todo había cambiado desde la última vez que había llegado... Pero se veia igual de bonito que siempre. Y con mi botella en la mano, bajé del coche y me puse a pasear. Tenía mucho en lo que pensar... mientras bebía, claro.

El sonido de un lamborghini me despistó... Era un sonido único. Lo miré detenidamente... Bajó un chico joven con una botella en la mano, pero toda mi atención la obtuvo el coche. Me incorporé del banco con determinación y la cabeza bastante alta, para andar con lentitud y fuerza hasta el coche.
Lo observé de arriba abajo y con mi pie golpée las ruedas con cuidado... Eran unos neumáticos realmente buenos... Ese chico tenía que tener mucha pasta...

Suspiré y volví la vista hacia atrás mientras bebía, cuando ví que un tipo le estaba dando patadas a las ruedas de mi coche... Bajé el brazo y me acerqué a él. Solo veía que era rubio y que tenía una espalda no muy ancha, aunque me las haría pasar canutas si quisiera pelear con él. Me coloqué a su lado y volví a beber de mi botella.
- Es un buen coche con unas buenas ruedas, con unas llantas de 20" - Lo miré - ¿verdad?

Miré al tipo que tenía a mi lado... Era el dueño, o conductor al menos, de aquella preciosidad.
Lo observé lentamente... Su mirada, sus brazos... Parecía fuerte.
- Sí... Son ruedas que dicen "tengo pasta"... ¿Es tuyo?
Algo en sus ojos era extraño... No debía fiarme de él... ¿Quién llevaría a ese parque un coche tan caro? Y estando las cosas como estaban en la cuidad... No era lo más seguro y conveniente...

Lo miré... pasta... suspiré.
- Si, es mío - Asentí - ¿A caso pretendías robarlo?
Sonreí. ¿Quién se creía que era? ¿Un bebé que no sabía lo que hacía? Iba a tener un día bueno antes de encontrarme con el imbécil de mi hermano y matarlo con mis propias manos...

Solté una carcajada y me llevé las manos al estómago... Desde luego era divertido.
Al instante me puse serio.
- ¿Tengo pinta de ladrón? -Volví a mirar al coche.- Puedo pagarme tres como ese... -Me apoyé en el capó y lo miré.- Y tú, ¿qué haces aquí? ¿Buscas algo en especial? Este es un barrio peligroso para los ricachones...

Lo miré furtivamente cuando se sentó en el capó de mi coche. Me hizo gracia que fardara así de bien que podía comprarse tres como mi coche... yo podía comprarme siete u ocho. Sonreí como un idiota, pero me puse serio y lo miré.
- ¿A caso eres policía? Si quieres te enseño también mi identificación personal... - Lo miré de reojo.

Volví a echarme a reír al escuchar "Policía"... Sí, justo tenía cara de eso. Enseguida volví a ponerme serio.
- No soy policía precisamente... Pero si me interesa mucho quien camina por aquí, ¿sabes? No estaría mal que te presentaras... -Me incorporé del capó. Ya estaba bien tanta tontería.

Vaya, si sabía ponerse serio. Suspiré lleno de paciencia, si antes me lo quitaba de encima, antes podía tener un mejor día. Ese chaval no me estaba arreglando las cosas.
- Jung JunKi... ¿y con quién tengo el placer de hablar? - Alcé un solo lado de mi boca en una mueca.

Coreano... Era un maldito coreano... Creo que no podía estar más serio de lo que ya estaba.
- Ricky Tann... ... Tu familia es la que lleva el casino "Haengbok", ¿cierto? Espero que recaudéis los suficientes fondos como para largaros de aquí... Los coreanos nos estaís invadiendo...

No podía soportarlos... con ese aire de grandeza que todos se llevaban... Los odiaba...

¿Japones? Medité en silencio unos segundos mientras procesaba lo que estaba diciendo. ¿Mis familia dueña de un casino? Y recordé lo que mi padre había dicho y me puse serio. El imbécil de SeungRi llevaba ese casino, fijo. Miré al chaval que estaba a mi lado y suspiré.
- Más de lo que los japoneses habéis invadido corea... imposible - Me llevé las manos a los bolsillos - Pero yo no sé nada de nada... acabo de llegar... - Clavé mi mirada en la suya - Así que no me digas qué es lo que tengo que hacer...
Me estaba estorbando ese chaval

- Acabas de llegar... -Suspiré con una sonrisa.- Tenías que haberte quedado donde quiera que estuvieras... Ya somos muchos aquí peleándonos por el mismo trozo de carne como para que otro venga... -Avancé de nuevo con dirección al banco donde estaba, pero antes me paré a su espalda.- Tú procura no cruzarte en mi camino... no me gusta mancharme las manos innecesariamente...

¿Se creía el rey del mundo para decirme eso? Fruncí el ceño y de nuevo comencé a beber. No me gustaban las peleas. No me gustaban las broncas. Me gustaba beber y divertirme, así que dejé el lamborgini donde lo tenía aparcado y me largué pasando de ese imbécil que me había tocado los cojones. Si me robaban el coche, mañana me compraba otro.
Miré a mi espalda y memoricé su cara. A la próxima no sería tan bueno.

Después de tanto correr, llegué a un parque que me daba mala espina, aunque en realidad me la sudaba si pasaba algo fuera de lo normal.
Cogí algunas piedras y las tiré contra un árbol, intentando descargar mi furia.
Ese idiota de mi padre... Manipulador de mierda... Da gracias a que el abuelo sigue vivo, porque si no, ya te habría matado.

Ya había visto las instalaciones de la escuela y ahora me dirigía a casa. Pero para mi sorpresa, me encontré cara a cara... con un coche de la familia. Miré a todos lados en busca de JunKi, pero no lo encontraba. Solo veía un inútil en un banco y un loco dandole con unas piedras a un árbol. Mi móvil comenzó a sonar.
- Dime - Contesté - Si... voy de camino a casa, mamá - Suspiré, con ella no podía ser rudo - ¿Ha llegado... JunKi? - Le pregunté con miedo de conocer respuesta que ya sabía - Vaya... si, ha sido mucho tiempo sin verle... ... ¿una fiesta? Ah... no lo sé, yo tengo que estar pendiente del casino... - Mentí, pero no podría soportar estar en la fiesta de ese imbécil - Ya nos vemos, mamá.
Colgué y me apoyé en el capó del coche. Lo esperaría el tiempo que hiciera falta para verle la cara...

Ninguna tia paseando a su perro a la vista... Miré mi reloj; claro, demasiado temprano aún...
Me desperecé de nuevo... y de pronto, noté una piedra impactar contra mi cabeza.
- ¡Me cago en la leche! -Me levanté del banco y miré hacia todos lados.- ¡¿Quién ha sido el capullo?! -Y vi a un idiota moreno tirando piedras a un árbol.
Me acerqué con paso firme hasta él y lo cogí del cuello de la camisa.
- ¡¿Buscas pelea, idiota?!

Parece ser que un incordio se había topado en mi camino. No estaba de humor para aguantar a imbéciles. Le miré serio mientras me acercaba un poco a él.
-Haber tenido más cuidado, idiota. No molestes.
No era un buen momento para pelearme, y menos con escoria. Pasé por su lado con intención de pirarme de allí.

- Has sido tú quien me ha tirado la piedra. El que tiene que llevar más cuidado eres tú, imbécil...
Lo miré de arriba abajo... ¿Qué demonios le pasaba a la gente? ¡¿Por qué narices me estaban provocando?!
- ¿Quién demonios te crees qué eres? ¿Eh? -Le dije mirándolo a los ojos.

-No te importa. ¿Por qué debería decirte mi nombre? -No me hacía ninguna gracia tener que decírselo, era demasiada molestia.
Había sido una mala idea ir a ese parque, en vez de desahogarme me iba a cabrear más... O también podría desahogarme con este piltrafilla, que me está tocando mucho la moral.

- Aún eres un niñato... -Suspiré. Me estaba cabreando su actitud.
Me separé de él y escupí en el suelo.
- Yo soy Ricky Tann... -Miré su expresión, que parecía enfadada.- Deberías cuidar tu manera de hablar a la gente... Eso te puede meter en problemas, ¿sabes?

-Los problemas y yo nos llevamos bien, y el que debería cuidar su manera de hablar eres tú, que no sabes nada de mí.
Estaba a punto de morderle un ojo, no podía aguantarme más, tenía demasiada tensión acumulada. Si me imagino que es mi padre está muerto. Pero no debo, el abuelo se enfadaría.
-Mira, cómo te llames, por tu bien, no me calientes.

Incluso hasta fuera de casa ya escuchaba los gritos de KwangYong… A veces me cansaba escucharlo; era demasiado ruidoso. Sonreí sin gracia y caminé con lentitud, mirando los árboles que encontraba por mi camino… La idea de ir a una academia con gente de mi edad no me atraía para nada. La relación con las personas nunca había sido un punto fuerte para mi, aunque la posibilidad de conocer a ese tipo de personas con las que en unos años tendría que enfrentarme, podría ser buena idea.

Llegué hasta el gran parque de la ciudad… Me quedé parada durante unos instantes en la entrada, como esperando algo. Tomé una bocanada de aire y seguí paseando, observando el vuelo de algunos pajaros.

¿Qué se llevaba bien con los problemas? ¿Qué clase de chico era ese?
Di un bufido fuerte, pasaba de pelearme con alguien así. No ganaría nada… Mancharme la ropa y no estar presentable para las chicas que pudieran pasar por mi lado paseando a su perro. Sonreí al imaginármelo, pero después me volví a poner serio.
- ¿Sabes, chaval? No tengo ningunas ganas de pelearme hoy. Ya he tenido suficiente con el pringao del lamborghini… Además, tienes cara de malas pulgas… y no quiero que me las pegues...